domingo, 12 de diciembre de 2010

Renovables al 100%

En ese mi afán permanente de procurar evitar que se confunda o engañe a la opinión pública a partir de análisis falsos, sesgados o carentes de rigor, estoy obligado a declarar que, en el reciente caos informativo a que dio lugar el último apagón de la isla de Tenerife, se siguieron confundiendo las tareas que están obligadas a cumplir las empresas Red Eléctrica de España -REE- y la propia Unelco-Endesa. REE  es la empresa operadora del sistema eléctrico, gestora de la red de transporte -la totalidad de los 220 kV y parte de los 66 kV- y transportista único, mientras que Unelco-Endesa -perteneciente en la actualidad a la italiana ENEL- es la compañía que genera, distribuye y comercializa -junto a otras empresas- la energía generada. Es por eso que, presumiblemente, podamos hablar de una responsabilidad compartida en el último cero energético. Todavía es pronto para saberlo.
Resulta cuanto menos curioso que en el preocupante incidente que dejó a oscuras a toda la Isla nadie, al menos que yo sepa, haya mencionado qué papel jugaron las energías alternativas -eólica y fotovoltaica- que tanto canto de alabanza reciben y en las que algún periodista de relumbrón deposita las esperanzas futuras para el devenir energético en las islas. La pregunta es: “¿Cómo contribuyeron a paliar los efectos del apagón la energía generada por todos los aerogeneradores montados y los parques negros de las placas fotovoltaicas? Pues miren por dónde yo puedo darles la respuesta. Los molinos, ante los efectos de unos vientos muy superiores a los que han sido tenidos en cuenta para su diseño -la velocidad del viento ideal ronda los 16m/segundo -57,6 Km/hora-, adoptaron la posición de bandera -las banderas ondean según sea la dirección del viento- y se bloquearon. Las placas fotovoltaicas, dado que el sol fue ocultado por los cúmulos y cumúlonimbus, dieron menos energía que una pila de linterna. Así pues, en definitiva, las llamadas energías verdes no ayudaron en nada.
Bien, pues supongamos ahora unas Islas que aspiren a un suministro estable utilizando como fundamento la instalación de molinos y placas para garantizar el 100% del consumo. ¿Qué pasaría si una tormenta volviera a aparecer? Pues pasaría lo que pasó ahora, que toda la Isla se quedaría a oscuras. Y la única manera de solucionar el problema pasaría por tener una generación convencional siempre dispuesta para entrar en funcionamiento ante la ausencia de viento y de sol. Estamos hablando de una aberración de la técnica que no habría presupuesto para pagar su costo. Por lo tanto, por favor, que no basten los intereses particulares para dejar de aceptar que en Canarias todas las formas de energía son necesarias. Contaminen más o contaminen menos.
Y si los juicios temerarios de estos últimos días alegan que la fragilidad de un sistema apoyado en energía termoeléctrica ha quedado retratado con las últimas lluvias, decirles, para su tranquilidad, que la causa última del apagón no tendría que ser buscada -de momento eso no ha quedado demostrado- en las filtraciones de agua de la cubierta de la central de Las Caletillas. Aunque se hayan visto fuego y humo en una celda en la que se encontraba un interruptor de alta tensión bañado en aceite. La técnica eléctrica ha evolucionado de tal manera que, si se cumplen las normas, el fallo de un grupo -con su maniobra incluida- no tiene por qué afectar a la totalidad de la central. Hasta ahí se podía llegar.


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