domingo, 12 de diciembre de 2010

Educación y formación

A partir del inolvidable día en el que nuestra Comunidad Autónoma recibió las transferencias en materia educativa el deterioro producido en nuestras aulas -y en lo que en las aulas se enseña- ha sido tan claro, tan evidente y tan lamentable, que no es menester perder el tiempo analizando el detalle ya que todos y cada uno de los canarios saben, por activa o  pasiva,  lo mal que se están haciendo las tareas. Cosa bien distinta es que entre la ciudadanía se haya asentado una alarmante dejación en el compromiso ciudadano que le obliga a doblar la cerviz y a no expresar su rebeldía -su justa y merecida propuesta- para evitar tener problemas con el otro, con los otros. Así las cosas desde la consejería de Educación del Gobierno de Canarias se sigue metiendo la pata hasta el corvejón, se insiste sobre una planificación de la ignorancia y se planean unos objetivos que poco o nada tienen que ver con lo que realmente significa la sacrosanta labor de enseñar y educar. No sé si nuestros mandatarios políticos comulgan a pies juntillas con el añejo pensamiento que termina por concluir en que el saber nos hace más libres.
A estas alturas de la historia no dejo de preguntarme por qué en el seno de las comunidades educativas y en la sociedad en su conjunto no surge esa necesaria actitud crítica que obligaría a los políticos de turno y oficio a hilar mucho más fino y a dejar de contar mentiras como si su labor se desarrollara alrededor de un fuego de campamento -ahora que estamos sentados vamos a contar mentiras, por el mar corren las liebres por el monte las sardinas…-. Verdad sabida es que nuestros políticos, con alguna que otra excepción, han llegado a convencernos de que ocupan puestos que los superan con creces, tal es su nivel de incompetencia. Pero no es menos cierto que la sociedad canaria, en su conjunto, se ha aburguesado, se ha vuelto cómoda y se ha quitado el ropaje -para mal- que un día la identificara con los gritos liberadores que no fue capaz de reprimir ni el mismísimo Franco.
La sociedad canaria se me antoja, con independencia del daño que le puede estar ocasionando la crisis, una sociedad enferma, incapaz de reaccionar ante los malos gobiernos que ha tenido que soportar. Solamente en el seno de una sociedad que por perder ha perdido hasta la esperanza encuentra sentido el perverso discurso del estadista sauzalero Paulino Rivero que viene a decirnos que Canarias cuenta en la actualidad con los hombres y mujeres más preparados de la historia. Como diría el Alvarito de mis años mozos: “Ya el conejo me ‘riscó’ la perra”.
Los pueblos están obligados, con malos o buenos políticos, a labrarse su futuro. Estamos hablando de un compromiso, de una obligación ineludible. Y es por eso que afirmo que si los canarios no estamos educados y formados una parte importante de culpa la tenemos todos nosotros. Presumiblemente aceptar la evidencia nos inclinaría a admitir que ya es hora de pensar lo que podemos hacer nosotros por nuestra educación y formación y no mirar únicamente lo que están obligados a hacer los responsables de una consejería, la de Educación, que no dan una a derechas. Y si no da una a derechas ya me dirán ustedes lo que le da a la izquierda.

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