viernes, 28 de enero de 2011

Luna nueva

En su desmedido afán por recortar los gastos que se generan en los inmuebles e infraestructuras destinadas al uso público el Gobierno de Canarias ha decidido suprimir el horario vespertino de los funcionarios. En esta decisión, que cabalga sobre los lomos de la tragicomedia, podría pensarse que hay gato encerrado ya que, analizando la cuestión, se matan dos pájaros de un tiro. Por un lado, bajo el pretexto de un ahorro significativo de energía, se le birla al personal la posibilidad de conciliar la vida laboral y familiar con el añadido de la media jornada de los lunes y, por otro lado, se pretende dar a conocer a la ciudadanía que el ahorro empieza por uno mismo. Y lo que no se dice, porque no conviene, es que en el resto de las horas diurnas se trabaja con el alumbrado fluorescente a toda mecha porque la mayoría de los edificios, llamados enfermos, fueron proyectados de espaldas a una climatología cálida, luminosa.
Las egregias mentes que parieron esta medida deberían saber que, en este caso concreto, el ahorro en energía se corresponde con el chocolate del loro. Porque lo que tendría que hacerse, ya que lo establece la ley, es realizar un exhaustivo estudio en todos los locales de trabajo -públicos y no públicos- para ver si cumplen con los niveles de iluminación legalmente establecidos. Ya va siendo hora de contemplar a un inspector de trabajo, luxómetro en ristre, comprobado si un trabajador está perdiendo la vista por culpa de los excesos o defectos de luz. El nivel de iluminación en un lugar concreto de trabajo debe mantenerse constante y es mala manera de intentar ahorrar energía apagando el alumbrado artificial si el Sol, como ocurre con frecuencia, está cubierto por las nubes. Como es fácil entender ahorrar energía a costa de la salud de los trabajadores es una medida ilegal y condenable. Para apuntalar mi particular manera de pensar digamos que los desarrollos tecnológicos actuales permiten poner en práctica métodos y sistemas en los que prima la eficacia.
En los momentos difíciles, y ahora vivimos uno de esos momentos, la gente tiende a utilizar a la odiosa comparación para ponerle una barrera a sus males. Pues bien, desde esa odiosa comparación y refiriéndonos al tema de la luz, a la mayoría de las personas se les ha ocurrido pensar que si las prácticas deportivas se realizaran a plena luz del día nos ahorraríamos un buen pico. Verbigracia,  el pasado domingo, el día en el que el Club Deportivo Tenerife jugó por la mañana, sus arcas no se vieron agravadas por una importante cantidad de dinero. En realidad lo que el Gobierno anuncia ahora, ese pírrico ahorro de energía en los edificios públicos, se corresponde con una política de gestos. Son los brindis al sol de los que no saben cómo afrontar las soluciones a una crisis que ya pasa de castaño oscuro.
Volviendo a los niveles de iluminación digamos que frente a los 250 lux recomendados para una oficina se oponen los 1.000 lux necesarios para retransmitir un partido de fútbol con la televisión en color. Ante tamaño derroche de energía nos encontramos con la luz gratuita de de la luna nueva que permite recorrer un camino con total seguridad en medio de la oscuridad de la noche. Lo que pretendo decir es que las antiguas fuentes de luz -naturales y artificiales- podrían ser el referente necesario para proyectar y resolver lo que hoy día se ha convertido en un auténtico derroche de energía. En resumen, que ni tan poca luz como antes ni tanta luz como ahora.
De auténtico dislate puede ser considerado utilizar la modificación del horario laboral con el propósito de ahorrar energía ya que, una de las ventajas de la luz artificial consiste en poder establecer tres turnos de trabajo en las fábricas e industrias de todo tipo. El ahorro de energía, aunque necesario, encuentra su límite allí donde la calidad de vida comienza a verse resentida. Esta medida con la que ahora nos ha sorprendido el Gobierno de Canarias no soluciona nada pero da pie para pensar que aquí hay gato encerrado. Vamos que se pretende matar dos o más pájaros de un tiro.  

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