lunes, 24 de enero de 2011

Alcaldada

Aunque cada día tengo más dudas al respecto lo cierto es que sigo pensando, como español y canario, que sigo viviendo en un estado de Derecho y en un régimen de libertades democráticas.  En este país en el que nos ha tocado vivir y bajo ese estado de Derecho somos las suficientes personas -varios millones de seres humanos- para exigir un sistema normativo que pueda hacer posible la convivencia ciudadana aunque el gusto de cada uno por una manera determinada de vivir se vea condicionado. La libertad de cada uno, un principio ético por el que se podría dar la vida, debe ser aceptada en la medida que no atente contra la libertad del otro. Muy conocido es ese ejemplo en el que se nos muestra a un individuo que es llevado a la presencia de un juez porque había entendido que podía ir dando manotazos a su alrededor incluso cuando en su radio de acción alguna persona sufriera las consecuencias de sus golpes. La normas que nos hemos dado a partir de lo que se aprueba por nuestros representantes en la Cortes Generales con toda seguridad no nos convencen a todos, más aún, existen leyes vigentes que uno entiende, desde el foro de su propia razón, que son injustas. Y pueden existir leyes injustas porque el poder establecido, en manos de unos políticos advenedizos y presos de su ansia de poder, establece normas legales que tratan de dejar contentos a los unos y a los otros, al trabajador y al empresario, al que condena y al que es condenado, al policía y al ladrón….Así, de esta manera, y sin que se lleguen a tener claros, como el agua clara, los derechos y deberes de todos y cada uno de nosotros lo normal es que muchas más veces de las deseadas no estemos contentos con el fallo de los tribunales.
Al rey la hacienda y la vida se ha de dar;
                                                      pero el honor es patrimonio del alma,
                                                      y el alma sólo es de Dios.
Presumiblemente en estos versos de Calderón quede reflejado ese innato rechazo de la sociedad a lo que establecen las leyes que, sin duda, están para ser cumplidas. Para ser cumplidas por todos, sin excepciones, ya que, de no ocurrir así, cada uno podría cumplir con aquello que le interesa y pasar por alto lo que podría perjudicarle. La libertad nace de la justicia y la justicia del bienestar de todos. Y lo recién dicho, que no deja de ser una utopía para nuestro pensamiento, nos hace vivir la esperanza de un mundo mejor por más justo. Bien, pues así las cosas, consideramos una auténtica alcaldada que Paulino Rivero Baute , presidente de la Comunidad Autónoma -y corredor de maratones en su tiempo libre-, haya decidido, a golpe de Boletín, considerar de interés general la retransmisión de un partido de fútbol  para apuntalar su cosecha de votos. Sin encomendarse a Dios ni al mismísimo demonio se ha sacado de su mágica chistera una norma establecida para situaciones de emergencia ignorando que los derechos de la retransmisión ya se habían fijado y pactado entre una televisión nacional y el equipo de los birrias. Ante tamaño derroche de prepotencia ha bastado que una de las partes contratantes amenazara con acudir a los tribunales para que don Paulino se arrugase como si fuera un higo pasado. Parodiando al añejo canto diremos que su vida, a partir de ahora, queda marcada por las leyes. Las leyes establecidas en un estado de Derecho y en un régimen de libertades democráticas.
Desde este ramalazo de despotismo ilustrado nuestro Presidente decidió proporcionarle una buena nueva a su pueblo sin dejar que ese mismo pueblo haya participado en una decisión poco o nada acertada para los tiempos que corren. A partir de un paternalismo mal entendido Paulino Rivero nos hizo retroceder al pan y fútbol -o toros- de los tiempos de Franco para que la gente olvidara sus penas durante un par de horas. Sin que todavía hayamos podido asimilar la medida tomada por el Gobierno de España con respecto a los controladores del tráfico aéreo -cuando veas las barbas de tu vecino arder…- el máximo dirigente político de esta comunidad mete su pata hasta el corvejón al decidir televisar un partido de fútbol desde su particular elevación por encima del bien y del mal. Al parecer don Paulino, ex alcalde de El Sauzal, no sabe que a la rana no se le puede hablar del océano porque nunca ha salido del charco.

1 comentario:

  1. Cuanta razón tienes respecto al título y final del articulo, ya que Don Paulino no ha dejado mentalmente de ser alcalde. Demos gacias, depués de lo ocurrido, que aparte de perder dos puntos de oro, hubiese perdido el erario publico unos milloncejos de indemnización. Recibe un fuerte abrazo.
    Mañana tengo chute.

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