domingo, 6 de marzo de 2011

Tanto va el cántaro a la fuente...

 
Me veo en la obligación de confesar, por si acaso hay una medalla que colgarse -tengo una medalla concedida y anda perdida en la casa-, que he llegado hasta el hartazgo a la hora de escribir sobre la problemática energética que envuelve a las Islas Canarias sin que nadie, que yo sepa, haya aprovechado la teoría y la praxis de unos planteamientos que siempre se han apoyado en el rigor que establece la electricidad, como ciencia, y en ciertas dosis de sentido común. Durante cerca de 45 años anduve dedicado a la docencia en un centro que fuera -ya no lo es- el mejor de Canarias en materias de Formación Profesional y nunca dejé de volar mucho más alto que el nido del Cuco para estar a la altura de unas circunstancias que barajaban, sobre todas las cosas, el sacrosanto compromiso de enseñar a los incontables alumnos que un azar venturoso puso en mis manos. En mi día a día en las aulas y talleres rara vez deje de ceder a la tentación de exponer y comentar a mis alumnos la actualidad de nuestra realidad energética apoyándome en los numerosos datos que obtenía desde los relatos oficiales y, más aún, de los que me eran facilitados por mis compañeros de pupitre que, a la sazón, trabajaban en nuestras centrales de energía y en empresas del ramo. Toda mi actuación se ha correspondido con una actitud vocacional cuasi innata y con un deseo de superación que siempre ha tendido a saber la suficiente para que fueran pocos los que intentaran mirarme por encima de sus hombros. Puede que a través del conocimiento haya logrado forjar mi carácter y no descarto que sea el conocimiento mismo el que me ha convertido en un rebelde con causa.
No sé si debería pedir perdón por una introducción tan poco humilde pero lo que sí sé es que ha llegado la hora de llamar pan al pan y al vino vino en aras de evitar la confusión de una  opinión pública que muy bien se ha ganado la atención y el respeto de sus políticos. Porque  ha sido la política, errática, amañada, mentirosa y poco o nada cabal  la que nunca tuvo los arrestos suficientes para considerar al gas como un importante recurso energético que necesitaba, y sigue necesitando, una planta de regasificación para convertir en manejable al gas que nos viene licuado. Se ha despreciado al gas y, con él, la posibilidad de una generación más rentable y con menos emisiones contaminantes. Nunca se ha mirado al carbón -claro que el carbón es negro- y a los esfuerzos que se están realizando, desde la química y la tecnología, para poder atrapar el CO2 excesivo. Todos los esfuerzos se han centrado en venderle al pueblo canario la posibilidad, totalmente falsa a medio plazo, de resolver la demanda energética apoyándose en los aerogeneradores y las placas fotovoltaicas. No paran a la hora de publicitar a la isla de El Hierro sin comunicar, de manera honesta y abierta, que allí, en tan pequeño territorio, con 10 MW -megavatios- de potencia instalada pueden satisfacer sus necesidades. ¿Y si tan bondadoso es el plan para la isla de los herreños cómo explicar que se siga contando con una central convencional para garantizar la producción?
Dependemos, incluso en las energías verdes, del exterior ya que nuestro raquítico desarrollo industrial no permite que construyamos molinos ni células de silicio para fabricar las placas fotovoltaicas. Ciertamente hemos alcanzado a instalar aerogeneradores y huertos solares porque en época de vacas gordas las subvenciones animaron a las inversiones. Pero debemos decir, porque es verdad como un templo, que las energías eólicas y fotovoltaicas traen de cabeza a una empresa, Red Eléctrica de España -empresa que llegó de la mano de los falsos nacionalistas-, que se las ve y se las desea para mantener en sus justos valores a la frecuencia del suministro. Los 50 Hz -hertzios- exigidos son atacados, continuamente, por unas energías alternativas que dependen del viento que sopla y de que una nube y otra tapen al Sol. Si el suministro dependiera, exclusivamente, de estas formas de generación les garantizo que nuestros equipos eléctricos no pararían de averiarse.  Y para decir esto que digo no hace falta ir a Alemania para estudiar en una universidad ya que todo se basa, esencialmente, en una interpretación acertada de la primera ley de Kirchhoff.  ¿Quieren que se la explique? ¿O esperamos a que sea Rodríguez Zapatero el que decida sobre nuestra política energética? Sí, Zapatero, el mismo que dijo no y luego sí a la prolongación de la vida de nuestras centrales nucleares. Y sabemos que las mentiras tienen las partas muy cortas y que basta una crisis económica para ver reducido el marco en el que se desenvuelven los engaños clamorosos. Ahora hasta los ecologistas más verdes tienen que rendirse a la evidencia que supone la necesidad del gas y el Gobierno de Canarias, ¡ay!, el Gobierno de Canarias, está obligado a dejar de hacer equilibrios en el trapecio porque eso es cosa de Pinito del Oro.

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