lunes, 21 de marzo de 2011

Cochitos locos

Ahora que los juicios de valor e intención de la opinión pública ha decidido contaminarlo todo a consecuencia de los problemas energéticos asociados a la subida del petróleo crudo y , lo que resulta más lamentable, el acoso y derribo al que se ve sometida la energía nuclear debido al terremoto y posterior tsunami que asoló la costa de Japón, ahora, cuando el esperpento asoma por cualquier esquina de nuestras vidas, uno entiende que procede hablar de los cochitos locos de las ferias ya que en los mismos la energía que reclama mover al propio cochito y a los que se montan en él se obtiene mediante la transformación de la energía eléctrica en mecánica con el concurso de un pequeño motor eléctrico. Nadie debería decir, porque sería una mentira descarada, que en la pista y los alrededores de esta atracción de la feria se percibe la presencia de gases contaminantes porque no existen. Pero como en los cochitos locos se produce una transformación energética -la energía eléctrica se convierte en energía mecánica- alguien interesado en mejorar el panorama cultural de los canarios está obligado a explicar, al socaire un principio inviolable de las ciencias físicas, dónde, cuándo y cuánto, se produce la contaminación de la energía eléctrica consumida por una atracción de feria muy bien iluminada y con unos cochecitos siempre a punto para perseguirse y armar jaleo. Mas, por aquello de que el Gobierno de todos los canarios no muestra una preocupación excesiva a la hora de impartir conocimientos a sus ciudadanos, uno cede a la natural sensación de adelantarse para afirmar que los cochitos que se mueven gracias a un motor eléctrico contaminan allí mismo donde se genera la electricidad. Y lo mismo ocurre con el tranvía y con todos los sistemas que funcionan merced a la tracción eléctrica. Y aquí no hay atutía.
Como éramos pocos parió la abuela. Y parió la abuela en una isla, El Hierro, que por aquello del ciento por ciento de energías renovables -yo no me creo lo que se dice al respecto- piensa en un futuro cuasi inmediato sustituir todo su parque móvil -en la actualidad movido por motores de explosión y de combustión interna- por vehículos eléctricos. Y lo que se pretende en esta isla de Canarias también se plantea en esta España de pan, toros -o fútbol- y corrupción. Pues bien, los coches eléctricos que se proyectan funcionan mediante la transformación en energía mecánica de la energía acumulada en un sinfín de baterías que ocuparán los bajos del vehículo. La energía, esto es sabido, ni se crea ni se destruye, solamente se transforma. Dicho esto la pregunta que surge es ésta: “¿De dónde sale la energía necesaria para cargar las baterías cada vez que estas se agoten después de un largo recorrido?”. Pues bien, estoy en la obligación de decir que las baterías, antes como ahora, se cargan acoplándolas a un sistema de carga que se alimenta con la energía eléctrica que le proporciona la red. En resumen, que el coche eléctrico no consumirá allí donde esté circulando pero si consumirá -en la parte proporcional que le corresponde- y emitirá sus gases contaminantes en las chimeneas de las centrales. Desde la puerilidad de ciertos pensamientos algunos podrían decir que si las baterías fuesen cargadas con energía eólica no habría contaminación posible. Y yo diría que resultaría divertido intentar mover todos los vehículos de una ciudad importante apoyados, únicamente, en la energía aportada por los aerogeneradores. No sé lo que les pasará a ustedes pero lo que es a mí no deja de hacerme sonreír esa vieja estampa en la que se ve a un número importante de lugareños abrigados con una manta esperancera aguardando, pacientemente, al viento bendito que tendría que mover a las aspas de los antiguos molinos de grano para obtener gofio. En fin, como diría un pescador de Los Llanos : “ Ay, Señor,toda la noche pescando pa’ coger cuatro caballas muertas y encimba quiere que se las dé rigaladas .

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